google.com, pub-3034374697620972, DIRECT, f08c47fec0942fa0 UBA Psico Trabajos y Monografías: Teoría y Técnica de Grupos - Cátedra II Prof. Adj. Reg: Lic. Percia, Marcelo - Segundo parcial domiciliario presentación individual (Nota 9)
Monografías, exámenes domiciliarios y trabajos prácticos, individuales y grupales, realizados para la cursada de materias de la carrera Psicología en la UBA. Los trabajos fueron subidos al blog sin modificaciones ni correcciones posteriores indicándose la nota correspondiente. Los originales están archivados en la Facultad.

Teoría y Técnica de Grupos - Cátedra II Prof. Adj. Reg: Lic. Percia, Marcelo - Segundo parcial domiciliario presentación individual (Nota 9)

Universidad de Buenos Aires
Facultad de Psicología

Teoría y Técnica de Grupos - Cátedra II
Prof. Adj. Reg: Lic. Percia, Marcelo


segundo parcial domiciliario
presentación individual

 



Estudiante:
Individual.


año 2010 – primer cuatrimestre

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Consigna a:
Según Anzieu ¿qué herramientas conceptuales puede utilizar para argumentar la siguiente consigna?
Imaginemos que un grupo de estudiantes de la materia Grupos de nuestra facultad participan de un juego de aprendizaje con esta consigna enigmática: "En los próximos cuarenta y cinco minutos conversen de lo que tengan ganas" ¿Qué se te ocurre que puede suceder si estos integrantes carecen de un rol asignado, de un tema propuesto y de un objetivo explícito?

Respuesta a:
Didier Anzieu propone lo que llama estado de ilusión grupal, el cual se da cuando los individuos que componen el grupo tienden a construir un aparato psíquico grupal a partir de su aparato psíquico individual, cuando el grupo es catectizado libidinalmente. Señala que el grupo es una envoltura que mantiene juntos a los individuos, esta envoltura se da porque los integrantes hacen una puesta en común de sus fantasías y angustias, esta envoltura tiene una cara interna, lo que denomina el sí mismo del grupo, un estado psíquico transindividual que no deja de ser un imaginario, pero que permite la circulación fantasmática e identificatoria entre las personas. Se habla entonces de grupo, el grupo asume como tal una identidad individual, se habla por ejemplo de que el grupo espera, el grupo ingresa, el grupo observa, etc, como si se tratase de un individuo.
Pensando la situación sugerida desde la propuesta de Anzieu, antes de introducirnos en la consigna propiamente dicha, pueden hacerse las siguientes consideraciones: que un grupo de estudiantes que cursa una materia no es un grupo como tal, sino una agregado de individuos circunstanciales; que dependiendo del momento de la cursada la consigna podría tener diferentes consecuencias observables, suponiendo el caso de que pasado un tiempo de iniciada la cursada y ya convocados en subgrupos, algunos de los cuales cohesionados, podría suceder que tendieran a nuclearse en dichos subgrupos a partir de la propuesta. Suponiendo que la propuesta es formulada en una etapa temprana de la cursada donde no hay subgrupos formados y abordando ya la consigna en la que sin roles asignados, sin un tema propuesto ni un objetivo explícito, en donde los estudiantes tendrían como tarea una situación atípica, la de formar un grupo de personas que no se conocen y simplemente conversar de lo que tengan ganas. En este caso, ante la supresión de la tarea, según Anzieu, desengancha el Yo individual y permite que se manifiesten fenómenos inconscientes inter-individuales. ¿Qué sucedería entonces?
 Anzieu dice que la situación de grupo es vivida como fuente de angustia del mismo modo y con la misma intensidad con que es vivida como fuente de realización imaginaria del deseo, que en la entrada a un grupo se activan los deseos, que es como la entrada al sueño, donde el aparato psíquico sufre una triple regresión que le permite poner en escena sus fantasmas. Los integrantes proyectarán sus fantasías y sus angustias, sentirán amenazada la integridad de su Yo, su Yo ideal, su Narcisismo, el individuo lo vive como una amenaza, el Yo se siente cuestionado. Algunos estarán callados, replegados en si mismos, expectantes de los otros, otros intentarán interactuar, sacarán un tema de conversación, entre alguno de ellos, alguien hablara de algo específico que para otros podrá ser de interés o será objetado, cada uno de los participantes cuidará sus modos atento a como es visto por los demás. Las  palabras de algún participante, sus actos, su forma de ser, darán cuenta o harán ver, según Anzieu, su fantasma individual inconsciente y esto producirá el reagrupamiento de algunos en torno de él, será convocante a la resonancia fantasmática, alguien comenta un suceso y cada individuo que escucha convoca una experiencia propia u otra experiencia, hay una circulación de todos los fantasmas, el relato se hace de todos, se instala la ilusión grupal como una renovación en conjunto del narcicismo individual amenazado de cada miembro. Será esta, la ilusión grupal, el primero de tres organizadores, según Anzieu, que dará cuenta de la articulación del individuo con el conjunto.

Consigna b:
Según Ulloa, armar un texto con los siguientes conceptos. Ejemplificar.
Cultura mortificanteEncerrona trágicaNumerosidadTernuraInfracciónTransgresión.

Respuesta b:
Para esta consigna voy a articular el armado del texto que incluye los conceptos propuestos con el ejemplo de una experiencia personal de cuando era estudiante de la carrera de enfermería en la escuela "Cecilia Grierson", más precisamente las pasantías en el Hospital Psiquiátrico "José T. Borda" durante la cursada de Enfermería Psiquiátrica en el año 1996. Ambas instituciones son dependientes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Elijo este ejemplo porque habiendo sido una experiencia que dejó muchos interrogantes en mí, desde la lectura de Ulloa me resulta posible arrojar luz sobre algunos acontecimientos y asomarme a comprenderlos dentro de un espectro teórico más amplio que la simple predisposición individual. Aplicaré los conceptos directamente a los contenidos.
El horario a cumplir era desde las 14:00 hs. Hasta las 20:00 hs de Lunes a Jueves. El primer día de pasantías estuvimos demorados sin poder acceder a los servicios debido a que había una fuerte oposición de la institución a la intervención de estudiantes de enfermería, el argumento era que estos alteraban la rutina de los pacientes. Finalmente la docente a cargo de la materia, una psicoanalista, logró obtener la autorización, nos dirigimos a los servicios en los que nos habían repartido y de los que no haríamos rotación. La consigna de la docente a cargo era la interacción con los internos y la observación de sus conductas y, de tener acceso, las historias clínicas para tener información referente a los diagnósticos y las acciones terapéuticas tales como medicación, talleres, sesiones con los terapeutas, etc. Por parte del plantel de docentes en enfermería la consigna era que tratáramos de tener unas prácticas tranquilas, que no nos "mezclemos" mucho con los pacientes y nos alejemos de sus "alteraciones", vale destacar que la presencia de los docentes durante las prácticas no fue continua ni frecuente, más bien fue una "presencia ausente", se presentaban a la hora de ingreso para tomarnos lista en las escalinatas de acceso al hospital, nos indicaban que recorrerían los servicios, y que de surgir algún inconveniente podíamos encontrarlos en un bar muy cercano; luego volvíamos a reunirnos con ellos a las 19:30, media hora antes de la salida, en las escalinatas de acceso al hospital para hacer un breve resumen del día de prácticas y luego retirarnos a nuestros domicilios.
Dije que la presencia de los docentes de enfermería era una "presencia ausente" porque sabíamos que estaban por ahí, porque algunas veces aparecieron por algún servicio, casualmente los que contaban con un plantel de enfermería permanente, estaban mejor controlados y que albergaban patologías no severas, como el de adicciones, por el resto de los servicios, como por ejemplo en el que estuve asignado, la Unidad 26 de pacientes crónicos, a la que luego haré referencia, solamente una vez se asomaron desde lejos, apenas al hall de acceso que vinculaba los pasillos a dos diferentes unidades y en el que los internos tenían prohibida la permanencia para evitar discusiones entre pacientes de las diferentes unidades.
Considerando no solamente lo relatado hasta ahora sino ambas instituciones y el entrecruzamiento entre ellas, la numerosidad social que conforman teniendo en cuenta que una es institución de salud y la otra formadora de profesionales de la salud dependientes ambas de una institución mayor que las nuclea. Una de las primeras cuestiones que relaciono con esta vivencia son los conceptos de cultura mortificante y mortificación,  específicamente por los acontecimientos en las reuniones diarias post-pasantía y en las clases teóricas de los viernes, el grupo de estudiantes en general, los que asistían a las pasantías, aproximadamente unos sesenta individuos, en su mayoría se quejaban de la falta de presencia de los docentes enfermeros, ante algunos reclamos a los mismos, los docentes argumentaban que ellos visitaban los servicios pero como se trataba de un hospital psiquiátrico eso seguramente alteraba a los estudiantes y los hacía tener una falsa percepción de que los docentes no concurrían, ante esta respuesta reiterada, vacía e insatisfactoria, la queja compartida comenzó a hacerse tema de diálogo recurrente entre gran parte de los estudiantes, algunos asumieron una actitud crítica pero dejándose ganar por la respuesta y asumiendo la aceptación, "es imposible remar contra la corriente", estos continuaron con sus prácticas entregados al desgano contando los días que restaban para la finalización de las pasantías y agotando las inasistencias a las mismas sabiendo que la materia Enfermería Psiquiátrica era la más breve de toda la cursada, había sido más importante aprender a tender camas que interactuar con "enfermos mentales"; otros asumieron una actitud que sostuvieron como reaccionaria pero que no era más que un infracción, tomaban ventaja de la actitud de los docentes en su propio beneficio y se escapaban de los servicios a pasar la tarde alejados de los pacientes, poniendo distancia de la realidad aprovechaban el tiempo para estudiar contenidos de otras materias o simplemente conversar de otra cosa, el justificativo era "ellos lo hacen, nosotros también"; otros, un grupo muy pequeño de estudiantes, seis individuos, de los cuales se integraron solamente cinco, entre los que me encontraba, hicieron algo diferente de esas prácticas, algo que no les valió la mejor nota y fue objeto tanto de elogios por parte de algunos de los compañeros al punto de lamentarse no haber integrado ese grupo, como de severas críticas por parte de los docentes y algún personal del hospital, como así también de la indiferencia de muchos.
Nos toco a seis estudiantes (tres mujeres y tres varones) ser asignados a la Unidad 26, de enfermos crónicos según nos refirieron. Al llegar al servicio la primera impresión que tuvimos fue movilizadora hasta las lágrimas, la crudeza de la realidad a la que nos asomábamos por vez primera superaba exponencialmente las referencias que nos habían dado con relación a lo que posiblemente íbamos a encontrar. Ulloa presenta al manicomio como paradigma de la encerrona trágica, nada más contundente para reforzar esto que esa primera impresión guardada en mi recuerdo. Define Ulloa a la encerrona trágica, tomando palabras del texto de Luz Barassi (2010), como "un estar merced de algo que se rechaza. La situación se estructura en dos lugares: dominado/dominador. Y no hay tercero a quien apelar, alguien que represente una ley que garantice la prevalencia de un trato justo por sobre el imperio de la brutalidad del más fuerte". Nos encontramos en esa Unidad con personas abandonadas a su suerte en un espacio donde la permanencia en el montón no significaba pertenencia a un conjunto, mucho menos a un grupo, más que desde la perspectiva del discurso dominante "Unidad 26" equivalente a pacientes "crónicos", lo que en la realidad pudimos traducir como personas que estando dadas de alta no tenían un lugar fuera de la institución psiquiátrica, personas desintegradas de la sociedad. Después de recorrer las dependencias de la unidad  y presentarnos con los pacientes, a los que el hecho de ver caras nuevas y que además se les acercaran a conversar parecía sorprenderlos, visitamos la estación de enfermería que para nuestra sorpresa estaba cerrada bajo llave, a través de los pacientes pudimos averiguar que solamente venía alguna enfermera por la mañana a darles la medicación pero no siempre, en la unidad continua, a la que no fueron asignados estudiantes sucedía exactamente lo mismo; solamente en una oportunidad pudimos tener acceso verbal a una enfermera que apareció en el servicio y a la que le solicitamos el acceso a la estación de enfermería, pero nos fue negado, tenía en su poder una llave que utilizó para entrar y volver a salir a los pocos minutos sin permitirnos visualizar el lugar y entreabriendo la puerta para entrar y salir como si se tratara de ocultar un misterio o algo que por nuestra calidad de intrusos nos estuviera vedado, el trato tampoco fue amigable y nos hizo la recomendación, después de las averiguaciones sobre nuestra presencia en el lugar, de no alterar a los pacientes porque ella no era del servicio de esa unidad y no quería tener que estar viniendo, que bastante trabajo tenía ya con los suyos, en referencia a los pacientes de su unidad. Sí tuvimos acceso a un cuarto pequeño sin ventanas, con dos grandes bibliotecas, un escritorio y una silla, se observaba el desuso del lugar en el olor a encierro y el polvo amontonado, era donde se archivaban las historias clínicas de los pacientes de la unidad, entre ellas logramos encontrar muy pocas de los pacientes que pudimos conocer, habían historias de pacientes que ya no estaban, muchas de las de nuestros pacientes, tenían la última firma de indicaciones hacía ya algunos años.
Durante la tarde los pacientes se dividían entre permanecer acostados en sus camas unos, otros tomaban mate en el comedor durante horas, estos eran los más sociables, otros deambulaban por el pasillo entre el comedor y la sala dormitorio, iban y venían permanentemente o esporádicamente, algunos estaban, según referencia de los que conversaban con nosotros, deambulando por los jardines y volvían por la noche a la hora de la cena, que sucedía cuando nosotros ya nos habíamos retirado. Ninguno transitaba o permanecía en el salón común a ambas unidades salvo que recibiera una visita, por alguna razón los pacientes tenían internalizada esa prohibición, norma o regla y no la transgredían. En el texto ya citado de Luz Barassi escribe que en la encerrona trágica "El afecto que domina es lo siniestro: amenaza, vaga o intensa, que provoca un dolor psíquico en el que se termina viviendo familiarmente, aquello que por hostil y arbitrario es la negación de toda condición familiar amiga", los ecos de ese afecto eran el clima de la unidad en la que nos había tocado ser asignados.
Nos vinculamos prontamente con los pacientes que por la tarde frecuentaban el comedor, con ellos comenzamos a entablar conversaciones que nos permitieron ir conociéndonos y disipando las desconfianzas mutuas, el resto de los pacientes, más reticentes, se acercaban a contemplar nuestro estar en la unidad, hubo también pacientes decididamente reacios a entablar cualquier tipo de diálogo con nosotros ni cruzar palabras o saludo, se limitaban a mirarnos con desconfianza cuando pasaban o si accedíamos a la sala dormitorio invitados por algún otro que quería mostrarnos alguna cosa personal, siempre que accedíamos a esa sala solicitábamos permiso al entrar, aunque no esperábamos la confirmación del mismo. Uno de los estudiantes se vinculó con un paciente mayor que por no tener familia ni donde alojarse, a pesar de tener el alta, permanecía alojado en la institución, versión que corroboramos en su historia clínica, hacía aproximadamente, si mal no recuerdo, diez años o más que estaba en esa situación, con este paciente se aisló durante toda la pasantía en un rincón del comedor, concentrados en partidas de ajedrez, afición que compartían. Al resto, un día se nos ocurrió, a raíz de que un paciente que se puso a hacer muecas y gestos en medio del comedor, jugar al "dígalo con mímica", en principio muy pocos de los pacientes aceptaron la propuesta, de a poco se sumaron más, decidimos establecer un premio, comprábamos una bolsa de caramelos y cada participante que adivinara, como aquel que había hecho la mímica recibía un caramelo. En tres oportunidades fuimos cuestionados por personal del hospital (un médico y dos enfermeras), pero lejos de amedrentarnos seguimos adelante con el juego. Llegar al hospital cada día era un acontecimiento, algunos pacientes comenzaron a esperarnos en la puerta, otros en la entrada al pabellón de la unidad, otros en la puerta de la unidad, lo primero que hacíamos junto con los pacientes era anotar las frases, títulos de películas, canciones o libros o lo que quisieran representar, luego asignábamos los turnos mediante sorteo, finalmente organizábamos el lugar y comenzábamos el juego.
Dice Ulloa en el capítulo 5 de su Novela clínica psicoanalítica que "la locura promueve con frecuencia reacciones de maltrato y el maltrato incrementa el sufrimiento de la locura" y que "en función de sus atributos básicos, la ternura será abri­go frente a los rigores de la intemperie, alimento frente a los del hambre y fundamentalmente buen trato, como escudo pro­tector ante las violencias inevitables del vivir". Entiendo ahora que en el juego compartido, en la participación recíproca en el mismo, en la dedicación a organizarlo, en la humilde premiación, en las risas y los abrazos, poníamos de manifiesto el lazo tierno, el afecto "relacionado con la ternura materna, generalmente esperada, demandada" según Barassi (2010).
Para cuando los juegos se hicieron más numerosos en jugadores y audiencias porque logramos vincular la Unidad 26 con la otra unidad con la que compartía piso, ganamos el espacio prohibido, organizábamos los juegos en el hall común, espacioso, que estaba solamente destinado a las escasas y esporádicas visitas que muy pocos pacientes recibían, en ese mismo hall fue donde organizamos la fiesta de despedida, una auténtica fiesta de la que conservo las fotografías, una fiesta donde los internos de ambas unidades compartieron el espacio en armonía junto con nsotros.
Dice Ulloa en la obra citada anteriormente que "La transgresión es fundadora, en el sentido en que implica un principio de respuesta mayor, a cara o cruz; también supone el riesgo de morir en la deman­da. No así la infracción, que se conforma en general con obte­ner alguna mezquina ventaja, aprovechando circunstancias propicias, a la manera de "bailemos en el bosque mientras el lobo no está...". Veo en aquel juego, nuestro juego, nuestro de internos y pasantes de enfermería una transgresión en la que fundamos en los espacios vedados, un espacio común, dimos a los pacientes y a nosotros mismos y fue dado por los pacientes a nosotros y a ellos mismos, una respuesta mayor, hubo una apuesta a cara o cruz y tomamos el riesgo, aunque hayamos muerto en el intento porque después de las prácticas retornamos tres de los pasantes en tres oportunidades, la primera vez, un mes después de las prácticas, pudimos convocar a algunos pacientes de ambas unidades y pasamos la tarde conversando, mirando las fotografías de la fiesta y compartiendo caramelos en el espacio común; la segunda vez, al mes siguiente, ya no fue posible convocarlos al mismo espacio y tuvimos que contentarnos con visitar a cada unidad en sus respectivos comedores, la tercera vez, poco más de un mes después, no se nos permitió pasar del hall central de entrada de la institución, a pesar de reconocernos se nos dijo que no éramos personal de la institución y no se nos autorizaba el ingreso, que nuestras prácticas habían finalizado hacía mucho y no había quien se hiciera responsable de nosotros y no se nos podía autorizar como visitantes porque no teníamos familiares ni amigos entre los internos, aunque discutimos ese último punto la negativa fue contundente, después de eso ya no retornamos; aquí cabe citar otro concepto de Ulloa, el de "Síndrome de Violentación Institucional". Y para cerrar el trabajo desde este último concepto también, cabe la anécdota del examen final de Enfermería Psiquiátrica; ante la licencia de la psicoanalista a cargo de la materia, la evaluación de la asignatura estuvo a cargo del plantel docente acompañante, fue realizada en grupos de acuerdo a como fuimos asignados, los únicos tres estudiantes denunciantes de la actitud de los docentes, los portavoces, los mismos que asumieron la organización del juego en la unidad durante las pasantías por lo que fueran presentadas quejas a la escuela de enfermería, aprobamos después de larga deliberación entre los docentes con la calificación más baja.
Cierro con palabras de Ulloa en su obra ya citada:
"Esta violentación institucional implica la presencia de una intimidación, más o menos sorda en función del acostumbra­miento, que conspira contra la imprescindible intimidad para investir de interés personal la tarea que desarrolla. Frente a este desinterés por lo propio, mal puede alguien prestar aten­ción considerada a la actividad y al decir de los otros. Cuando la gente no se escucha, se ve favorecida la aparición de predi­cadores en un desierto de oídos sordos, estado que puede co­rresponder a todo aquel que teniendo algo que decir, al no encontrar escucha degrada su discurso a vana repetición. La sorda intimidación, cabe insistir, hace retroceder la necesaria resonancia íntima que permite recibir el decir del otro in­vestido libidinalmente de interés".


Bibliografía


·        Anzieu, Didier. El grupo y el inconsciente: lo imaginario grupal. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid (1998).

·        Anzieu, Didier. El Yo-Grupo, el Grupo-Cuerpo. Entrevista realizada por Dominique Wintrebert. Revista Vertex. Argentina (1992).

·        Barassi, Luz; Bercovich, Karina. Cuaderno de Autores: Didier Anzieu. Publicación de la Cátedra Teoría y Técnica de Grupos II (2009). (En http://gruposuba.ning.com/page/cuadernos-de-autores)

·        Barassi, Luz; Lectura de "La Novela Psicoanalítica" de Fernando Ulloa. Texto aportado por la docente de trabajos prácticos (2010).

·        Laboratorio de Análisis Institucional de Rosario (LAIR). Entrevista a Ulloa (fragmento). En http://lair.a.wiki-site.com/index.php/Entrevista_a_ulloa

·        Pavlovsky, Eduardo. Lo fantasmático social y lo imaginario grupal. En Lo Grupal I. Ediciones Búsqueda. Buenos Aires (1983). (En textos de cátedra CEP)

·        Ulloa, Fernando. Novela clínica psicoanalítica. Historial de una práctica. Cap. 5. Editorial Paidós. Buenos Aires (1995).

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