google.com, pub-3034374697620972, DIRECT, f08c47fec0942fa0 UBA Psico Trabajos y Monografías: Monografía final - Introducción a los Estudios de Género - Cátedra Única Prof. Dra. Débora Tajer - Nota 10
Monografías, exámenes domiciliarios y trabajos prácticos, individuales y grupales, realizados para la cursada de materias de la carrera Psicología en la UBA. Los trabajos fueron subidos al blog sin modificaciones ni correcciones posteriores indicándose la nota correspondiente. Los originales están archivados en la Facultad.

Monografía final - Introducción a los Estudios de Género - Cátedra Única Prof. Dra. Débora Tajer - Nota 10

 (El presente trabajo fue modificado para su presentación en las jornadas de investigación que se desarrollaron a fines de 2016 en la Facultad de psicología de la UBA y publicado en el correspondiente anuario Link: http://jimemorias.psi.uba.ar/index.aspx?anio=2017 Psicología Social, Política y Comunitaria pp 142-145))

Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

 

 

Introducción a los Estudios de Género - Cátedra Única

Dra. Débora Tajer

 

 

 “¿Visibilizaciones invisibilizadas?”

 

 

Estudiante:

Individual

 

 

año 2016 – primer cuatrimestre

 


Monografía: ¿Visibilizaciones invisibilizadas?

 

Introducción

El presente trabajo, enmarcado como monografía para la segunda evaluación de la materia “Introducción a los estudios de género” de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, tiene como disparador, en parte, mi experiencia y posicionamiento personal, algunas reflexiones propias a partir de alguna anécdota que se comenta en el anexo, e interrogantes que han ido surgiendo en el transcurso del avance sobre las temáticas abordadas durante la cursada. No pretende dar respuestas, tratará únicamente de articular y exponer del modo más claro que me sea posible los argumentos, todavía un tanto inconexos y desordenados en mi pensamiento, de los cuales resulta la pregunta del título en relación con el sistema patriarcal, la diversidad de género, la heteronormatividad y la episteme de lo mismo.

La idea desde la que parto es, pensando en aquello que se visibiliza irrumpiendo en el espacio social, que reivindicando derechos gana lugar en los medios masivos de comunicación y produce cambios en la legislación, si desde esas luchas y conquistas abre a la inclusión de las diversidades hacia una sociedad tendiente a ser más igualitaria, o en cambio, si en el intento de hacerlo resulta acomodado y diluido en el ordenamiento preestablecido en el sistema patriarcal dominante en el que surgen.

Desarrollo

Algunas preguntas sobre el sistema patriarcal

Irene Meler escribe que “El patriarcado puede ser considerado como un sistema, y en tanto tal, tiende a reestructurarse a través de las mutaciones social-históricas, manteniendo sus características básicas.”[1]. Desde esta perspectiva podemos entender, a riesgo de parecer osada la idea, que todas aquellas reivindicaciones que derivan en un cambio social-histórico, a su vez producen en el sistema un movimiento de reestructuración en sí mismo, es decir que, en definitiva el logro es siempre del sistema por su capacidad de fagocitar aquellas situaciones que en apariencia se le presentan como críticas. Siguiendo en la misma línea osada de pensamiento, es válido también preguntarse desde dónde se generan dichas crisis y a qué intereses obedecen ¿Se trata del producto de las luchas de diferentes colectivos sociales reivindicando derechos en determinados momentos históricos, ante cuyos avances y logros el sistema patriarcal tiene la capacidad de reestructurarse? ¿Se trata de la propia necesidad del sistema de reestructurarse que habilita a que esos movimientos se produzcan? ¿Se trata de una necesidad recíproca de reordenamiento que hace al funcionamiento del sistema en sí? Esto último se presentaría desesperanzador porque cualquier oposición al mismo tendiente a producir cambios sería algo así como una búsqueda de equilibrio o balance del propio sistema para evitar su perecimiento. De más está aclarar que no hablamos de conspiraciones ni de individualidades con intencionalidades direccionadas, nos referimos a un sistema, el patriarcal, y el modo de funcionar del mismo que, en su complejidad, sostiene, como dice Meler, “sus características básicas”[2].

No estamos en condiciones de dar respuestas a las preguntas formuladas, ni es la intención, pero, abordando desde esta perspectiva los temas de género y subjetividad, retomando el título del trabajo, nos preguntamos si todo aquello que se visibiliza en un contexto socio-histórico, se hace visible debido la crisis momentánea que representa para luego ser progresivamente invisibilizado y reordenado en el funcionamiento del sistema, es decir ¿terminan esas genuinas conquistas involuntariamente siendo funcionales al sistema patriarcal?

Lo televisión, ordenadora y subordinadora del sistema patriarcal

"Los medios de comunicación (…) son referentes para la construcción de identidades, para la formación de mentalidades y la transmisión de ideología (…) la televisión en particular, ejercen una fuerte incidencia en la construcción de ese ideal que luego dejará su marca en la propia subjetividad."[3] Resultaría ingenuo pensar que en la exposición que en los medios masivos de comunicación se realiza de determinadas temáticas y los recortes selectivos que de ellas se hacen, incluso en las pautas publicitarias que las acompañan, no existen intencionalidades. Como ya se dijo no se trata de pensar en teorías conspirativas, sí del eje en torno al cual giran los núcleos de poder económico y del tipo de sistema al que adhieren, sostienen y reproducen. Liliana Hendel dice que “sólo conociendo cómo funciona el aparato reproductor del sistema y produciendo alianzas efectivas podremos organizar las resistencias.”[4].

Si consideramos la televisión como el medio de comunicación de alcance a mayor número de personas y nos detenemos a observar las programaciones en los horarios centrales, mayoritariamente de entretenimiento, las publicidades que sostienen dichas programaciones y los grupos auspiciantes, podemos comprobar, salvo rarísimas excepciones, que el modelo que se sostiene como ideal prioritariamente es el patriarcal. De esto tenemos muchos ejemplos en la TV argentina, la figura del Hombre hegemónico, encarnada en el individuo económicamente exitoso de turno, hacedor de “éxitos”, que expone desde la inferiorización a todo lo otro “diferente” de él, atribuyéndose el derecho de avanzar sobre los cuerpos femeninos cosificando todo lo diferente por fuera de su posición de privilegio; celebrado y cuya voz es investida de un carácter de autoridad, autoridad que da su posición dominante de poder ante quienes a gusto o disgusto, conscientemente o no, se subordinan a la autoridad que encarna y representa. Una autoridad que está incluso por sobre él mismo y que solamente reproduce desde su lugar de dominancia en el sistema.

Si tomamos como referencia, en el mismo medio, los programas de noticias e información podemos de la misma manera considerar el modo selectivo de presentación y tratamiento de diferentes temas. Liliana Hendel[5] escribe al respecto que la información que alguna vez fuera considerada un bien público, dejó de serlo para convertirse en mercadería generadora de ganancias o pérdidas de dinero. En esta mercantilización de la información quedan excluidas, según la misma autora, aquellas producciones de grupos militantes y estudiosos de las temáticas que involucran intereses distintos de los que sostiene el patriarcado, negando así la posibilidad de convertir la igualdad formal en igualdad verdadera.

Sostiene que es necesario "desarticular la supuesta inocencia de los medios, y su labor aparentemente acotada a ‘reflejar’ la realidad, para descubrir el sesgo valorativo que atraviesa la información: ese texto donde siempre la superioridad jerárquica, -rasgo distintivo del patriarcado-, se apoya en lo que encarna mejor “la esencia”, lo natural, lo binario, lo apropiado. (…) Los medios son transmisores de la ideología patriarcal y (…) el entrecruzamiento entre capitalismo y patriarcado produce daño en la subjetividad y en la vida cotidiana de quienes no son ‘felices participantes del sistema’".[6].

No parece necesario interrogarse acerca de la funcionalidad de los medios al sistema patriarcal, especialmente el televisivo, ni de su capacidad de convertir en producto de consumo todo aquello que exhibe, mucho menos de la intencionalidad que se despliega en los recortes que se hacen de la información y la actualidad, y de las voces que se habilitan como autorizadas para opinar y formar opinión. Raras veces, aún después de tantos logros en cuanto a conquista de derechos para diferentes colectivos que no representan los intereses del patriarcado, se otorga a los mismos un espacio y un tiempo de información apropiados, tampoco la continuidad necesaria para que gane permanencia en todos los sectores de la opinión pública. Lo que generalmente ocurre es que a las voces autorizadas que se presentan no se les da el tiempo suficiente o se les da espacio en horarios de muy poca audiencia. Los recortes selectivos que realizan los medios son formadores de subjetividades desde los intereses a los que responden, tanto en aquello que no publican, no ficcionan, ni informan, tal como titula su capítulo Hendel, como en aquello que sí publican, sí ficcionan y si informan. Modos de invisibilizar y subordinar.

Una heteronormatividad y mil binarismos, opciones que terminan siendo siempre las mismas

Lohana Berkins escribe en el cierre de su capítulo en un libro cuya primera edición es del año 2010: "Curiosa cosa es, que en la época del más exacerbado individualismo, aquéllas y aquéllos que reclaman la necesidad impostergable de ser ellas y ellos mismos -tal como se perciben subjetivamente- para formar parte del mundo, son perseguidas y perseguidos, enviados a ghettos, o invisibilizadas e invisibilizados como sujetos de derecho y condenadas a sobrevivir de la prostitución, como en el caso de las travestis, transexuales y transgéneros."[7]. En ese mismo año era sancionada la Ley 26.618 de matrimonio igualitario y dos años después la Ley 26.743 de identidad de género. Logros significativos, tanto de los colectivos que representan la diversidad de género, como de movimientos feministas, pensando aquí también y trayendo a relación la violencia de género y el femicidio. Logros derivados del trabajo y las luchas de esos colectivos por hacer visibles realidades que quedaban por afuera del ordenamiento heteronormativo y patriarcal. Conquistas que tuvieron efectos concretos y cambios efectivos en las vidas de muchas personas. Personas que pueden casarse sin condicionamientos por su sexo biológico, personas que pueden rectificar su nombre y sexo en los documentos que los identifican en concordancia con la identidad de género autopercibida. Lamentablemente no podemos decir lo mismo con respecto a la violencia de género y los femicidios en donde los logros parecieran estar únicamente sujetos a la letra sin haber producido cambios en el sistema. Quizás esto último debiera hacernos pensar, retomando las preguntas iniciales al hablar del patriarcado como un sistema, si todas aquellas conquistas que se alcanzan en las formalidades permitiendo suponer un cambio en el sistema, no son más que una nueva cara de lo mismo. Heteronormatividad y binarismo sean quizás el ghetto.

Según Hinkle y Raíces Montero "Necesitamos opciones para movernos más allá de este sistema binario que se nos impone legal y médicamente a tod*s nosotr*s. Las cirugías de normalización actuales y otros tratamientos hormonales se asemejan a la mutilación genital que ocurre en otros países por razones seudo tradicionales y seudo culturales, que en realidad responden a una sexualidad represora, en ambos casos, aquí como en otros países, se trata de creencias sobre lo que consideramos como “normal o deseable” para el sexo y el género, dogmas, no hechos del mundo natural."[8].

En la Ley 26.743 de Identidad de Género[9] puede leerse la sujeción al binarismo casi en toda su extensión. No estamos haciendo una crítica de la misma y particularmente la celebramos y defendemos como necesaria. A lo que estamos haciendo alusión es a que la ley garantiza el derecho a la libre elección del género, de efectuar rectificaciones en DNI y demás documentos acordes a la identidad de género autopercibida, el libre acceso a los tratamientos necesarios para la modificación de la imagen, a la gratuidad de los mismos. La libre elección que implica una rectificación de masculino a femenino o viceversa. La opción legal no deja de ser binaria y en el fondo sostener, si bien ya no la correspondencia inequívoca entre sexo y género, la normalidad de pertenecer a uno de ambos.

Los chicos y chicas transgénero tienen una terminología para referirse a determinadas situaciones en las que evitan ser el blanco de miradas inquisidoras e incluso de agresiones: pasar. “Si paso todo bien”, “A los/las que pasan no los/las molestan”. Entonces nos preguntamos ¿”Pasar”? ¿Pasar por qué y por qué pasar? ¿Dónde queda el derecho que garantiza la ley cuando alguien tiene que seguir dando cuenta de su género en relación a su sexo ante las miradas de los otros que hacen a la sociedad de la que forma parte, sean esos otros individuos o instituciones? ¿Por qué pasar cuando ya se es en la legalidad de una partida de nacimiento y un documento rectificado? Quizás resulten insuficientes todas las legalidades cuando tanta erupción visibilizante y reivindicativa termina invisibilizada en el mismo ordenamiento fundante, cuando no se convierte “la igualdad formal en igualdad verdadera”[10].

“Dentro del sistema binario que es la base fundamental para el patriarcado heterosexista, no se permite ninguna ambigüedad, porque de otra manera el sistema sexista opresivo sería desestabilizado (…) Por tanto, para preservar este sistema, es necesario que cada un* sea clasificado como varón o mujer”[11]. Al rectificar el DNI la persona debe indicar su nuevo nombre acorde al género elegido, al entregársele el nuevo DNI consta, debajo del nombre y junto a la foto, la palabra “sexo / sex”, debajo de la cual en mayúsculas, según corresponda, puede leerse una M para masculino o una F para femenino. No dejamos de subordinarnos al binarismo y a la heteronorma más allá de las libertades de elección que en apariencia tengamos, o se nos concedan.

El binarismo parece estar presente como normalidad en todas las representaciones y modo de nombrar el género, una de ellas es la identificación como cisgénero y transgénero. Con esto, de algún modo, estamos diciendo, de acuerdo al significado de los prefijos cis y trans, que hay una condición en el género que está “del lado de acá” y otra “al otro lado de”. Entendemos que cisgénero corresponde con la identificación autopercibida acorde a la heteronormatividad y que transgénero es aquello que no corresponde con la heteronorma. Podríamos abrir aquí también un gran signo de interrogación y preguntarnos qué estamos diciendo y sosteniendo en el fondo con esto. Si acaso no es habilitar la nominación desde la normalidad imperante por el patriarcado y dónde nos posicionados al respecto.

A modo de cierre

Para ir cerrando el desarrollo retomamos a Irene Meler cuando dice que “existe una prescripción universal para ajustarse a la normativa correspondiente a cada género, pero en el caso de las mujeres la trasgresión resulta más tolerada, debido a que de algún modo se comprende que tengan el deseo de compartir algunos privilegios del género dominante.”[12], para relacionarlo con el recorte de un diálogo en el que un hombre dice en confianza a otro, buscando desahogo y ayuda: “Pero en tu caso es diferente, vos tenés una hija que quiere ser varón, lo mío es peor, además de gay, encima se viste de mina (…) a pesar de todo en el fondo es mi hijo y cómo lo voy a echar, así como si fuera una cosa queee… una cosa. Vos entendés.”[13]. Sí, se entiende. Se entiende que mientras la elección sexual de los hijos siga perturbando a los padres y se prefijen roles para lo que cada individuo se convierte acorde a su elección; mientras deban seguirse organizando marchas bajo la consigna de “ni una menos” y haya que organizar nuevas marchas y nuevas consignas reclamando por las agresiones y las muertes de siempre, mientras una comunidad tenga que seguir reclamando “No queremos más muertes en nuestra comunidad que sigue poniendo los cuerpos, las vidas en una lucha desigual por la existencia”[14]; mientras las personas transgénero la tranquilidad y seguridad de transitar por las calles las encuentren dependiendo de si logran o no pasar; mientras se siga hablando de tolerancia y aceptación en lugar de respeto por la libertad de elección del cada uno; mientras cada lucha, reivindicación y conquista culmine siendo nombrada en términos de binarismo; la victoria será siempre del sistema patriarcal, que subordina a su norma cualquier conquista, porque dejando que las cosas cambien se asegura que todo siga, en sus fundamentos más básicos, funcionando igual, de modo que todas las visibilizaciones queden invisibilizadas.

Conclusiones

Retomo en mis conclusiones la redacción en primera persona debido a la implicancia personal con el tema. Sin estar seguro de haber sido lo suficientemente claro en mi exposición durante el desarrollo, en este tramo daré cuenta de mi postura en cuanto a lo expuesto.

En sus versos Susy Shock dice: "Yo, reivindico mi derecho a ser un monstruo / ni varón ni mujer / ni XXI ni H2o"[15]. Ni masculino ni femenino, ni hombre ni mujer, tampoco un monstruo como provoca en su título, sencillamente una persona, como cualquier otra persona.

Las personas quedamos sujetas a la trampa de creer que tenemos la libertad de elegir en un sistema que nos presenta múltiples opciones para el consumo pero muy pocas para el ser. Tratándose del género, que continúa yendo de la mano del sexo, las opciones toman la apariencia de ampliarse por agregar un casillero que dice “Otro”, no ocurre en los documentos oficiales como las partidas de nacimiento y el DNI en el país que sancionó la mejor Ley de Identidad de Género. Particularmente entiendo que ese casillero “Otro” refuerza el binarismo y la heteronorma al pretender hacerle creer a quien lo tache que está eligiendo una alternativa que lo/la define. Alternativa que reemplaza un binarismo por otro un poco más abarcativo, un binarismo de tres casilleros pero en el que queda siempre manifiesta la base que lo sustenta.

Entiendo personalmente, y es lo que hace a mis conclusiones, que las personas no deberíamos tener que identificarnos en sexo y género; que, aunque la elección se presente en una treintena de casilleros diferentes, el día en que se borren de los documentos y los formularios la obligación de definirse, obligación que es necesidad del patriarcado, ese día se abrirán las puertas a la posibilidad de un cambio verdadero con vistas a borrar las diferencias y desigualdades de las que el sistema patriarcal se alimenta. Para esto es fundamental la ética de cada uno de nosotros, la reflexión sobre el propio posicionamiento y sobre la propia acción, decidir el modo en que nombramos y nos nombramos más allá de nuestras identidades y elecciones. Quizás, omitir qué somos y cuáles son nuestras elecciones, sin importarnos la opinión y la mirada de los otros, evitar las aclaraciones que nos ubican y marcan la diferencia en un orden binario, rompiendo nuestros propios prejuicios, sea un modo de comenzar a hacer una minúscula diferencia.

Quiero cerrar con las palabras de Liliana Hendel cuando dice:

"Sueño con un mundo donde a nadie le den o le quiten su trabajo por su aspecto físico, sueño con un mundo donde a nadie le importe con quién me acuesto, sueño con un mundo donde a nadie le pidan que cambie nada de su cuerpo para encajar en alguna tabla/modelo. Quiero ser, amar y pensar en libertad. Y quiero más. Quiero poder decirlo. Eso que quiero para mí, lo quiero para la humanidad toda sin distinciones."[16].


[1] Meler I. “Las relaciones de género: su impacto en la salud mental de mujeres y varones”. En La Crisis del Patriarcado. (EBook) Topía Editorial, Bs. As., 2015. p. 26

[2] Ibíd.

[3] Hendel, L.; “Aquello que los medios masivos no publican, no ficcionan, ni informan. (El silencio como herramienta de la violencia)”. En Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades. Raíces Montero J. H. (compilador). (EBook) Editorial Topía, Bs. As., 2015. pp. 137-138

[4] Ibíd p. 145

[5] Ibíd p. 131

[6] Ibíd p. 133, 134 y 142

[7] Berkins, L.; “Travestismo, transsexualidad y transgeneridad”. En Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades. Raíces Montero J. H. (compilador). (EBook) Editorial Topía, Bs. As., 2015. p. 95

[8] Hinkle, C. E., Raíces Montero, J. H.; “¿A quién pertenece nuestro cuerpo?”. En Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades. Raíces Montero J. H. (compilador). (EBook) Editorial Topía, Bs. As., 2015. p. 38

[9] Ley 26.743 rescatada de: http://www.infoleg.gob.ar/

[10] Hendel, op. cit., p. 131

[11] Hinkle, Raíces Montero, op. cit., p. 39 y 40

[12] Meler I. “Las relaciones de género: su impacto en la salud mental de mujeres y varones”. En La Crisis del Patriarcado. (EBook) Topía Editorial, Bs. As., 2015. pp. 40-41

[13] Para una referencia completa leer anexo al final del trabajo.

[14] Tomado de la invitación en facebook al evento “Primera marcha nacional contra los travesticidios”, rescatado de: https://www.facebook.com/events/1366421923374986/

[15] Susy Shock, “Yo monstruo mío”, rescatado de: http://susyshock.blogspot.com.ar/2008/03/yo-monstruo-mio.html

[16] Hendel, op. cit., p. 131

 

Bibliografía

-Berkins, L.; “Travestismo, transsexualidad y transgeneridad”. En Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades. Raíces Montero J. H. (compilador). (EBook) Editorial Topía, Bs. As., 2015.

-Burin M.; “Construcción de la subjetividad masculina. En Varones. Género y subjetividad masculina. Burin M, Meler I., Paidós. 2000.

-Fernández A.M.; “Las diferencias desigualadas. Estrategias biopolíticas de dominio”. En Las Lógicas sexuales: amor, política y violencias. Nueva Visión, Bs.As., 2009.

-Hinkle, C. E., Raíces Montero, J. H.; “¿A quién pertenece nuestro cuerpo?”. En Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades. Raíces Montero J. H. (compilador). (EBook) Editorial Topía, Bs. As., 2015.

-Hendel, L.; “Aquello que los medios masivos no publican, no ficcionan, ni informan. (El silencio como herramienta de la violencia)”. En Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades. Raíces Montero J. H. (compilador). (EBook) Editorial Topía, Bs. As., 2015.

-Ley 26.743 Rescatada de: http://www.infoleg.gob.ar/

-Maffía, D.; “Filosofía, política, identidad de género”. En Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades. Raíces Montero J. H. (compilador). (EBook) Editorial Topía, Bs. As., 2015.

-Meler I. “Las relaciones de género: su impacto en la salud mental de mujeres y varones”. En La Crisis del Patriarcado Hazaki C. (compilador). (EBook) Topía Editorial, Bs. As., 2015.

-Preciado B.; “Multitudes Queer: notas de una política para “los anormales”. Revista Topía. Rescatada de: www.topia.com.ar. Abril 2010.

-Siqueira Peres W.; “Políticas queer y subjetividades”. En La diferencia desquiciada. Géneros y diversidades sexuales. Fernandez A.M, Siqueira Peres W (comp.). Biblos, Bs. As., 2013.

-Tajer D.; “Modos de subjetivación: modos de vivir, de enfermar y de morir”. En Heridos Corazones. Vulnerabilidad Coronaria en Varones y Mujeres. Paidós, 2009.

 

Anexo

A modo personal

Soy padre de un chico transgénero (trans masculino), hoy de 20 años de edad y del que cuento con su autorización para incluir este dato, el primer día de cursada iba a mencionarlo, pero inmediatamente pensé que no le había consultado si podía hacerlo y omití decirlo. Mi intención desde el comienzo de la cursada fue hacer mi monografía relacionada con esta situación, pero no quería que resultara una catarsis y no fue fácil encontrarle el lado por donde encararlo hasta que me ubiqué aproximadamente en la idea. No podría decir que hay puntualmente un único disparador, si me influyó en parte una vivencia con un excompañero de estudios (enfermería), e incluso de trabajo hasta su ingreso a un hospital perteneciente a una fuerza de seguridad, con el que suelo cruzarme seguido porque vivimos en el mismo barrio y obviamente a lo largo de 19 años que resido en el barrio fue viendo el cambio en la apariencia de mi hijo. Este excompañero, con el que nunca fuimos afines ni tuvimos más relación que algunas conversaciones ocasionales y el saludo, en diez minutos de conversación podría compendiar todos los conceptos que trabajamos durante la cursada y causar enojos profundos a quien lo escuche posicionado desde nuestra perspectiva.

Quizás en parte por el conocimiento previo y por haber sido testigo del cambio mencionado en mi hijo, fue que encontró la confianza de contarme, no sin sentir vergüenza, sobre su hijo de 22 años del que confirmó la sospecha de su homosexualidad y del que intuye que también se trasviste. Su hijo no vive con él hace unos 4 o 5 años, reside con su abuela (suegra de hombre en cuestión) en otro barrio y desde hace casi dos años que solamente lo visitan cuando van, su esposa y él, a visitar a la abuela.

Sin ahondar en toda la conversación que resultaría, aunque rica, extensa, un par de frases que me dijo y quedaron repicando en mi pensamiento fueron: “Pero en tu caso es diferente, vos tenés una hija que quiere ser varón, lo mío es peor, además de gay, encima se viste de mina”. La otra fue: “A pesar de todo en el fondo es mi hijo y cómo lo voy a echar, así como si fuera una cosa queee… una cosa. Vos entendés.”.

No puede evitar quedarme pensando en la charla que tuvimos porque se juntaban varias cuestiones, una de ella el absurdo de calificar de peor o mejor una elección. Una elección es una elección y punto, sin tanta vuelta. Otra cuestión fue que realmente se notaba preocupación y angustia porque estaba en el dilema acerca de qué determinación tomar, o mejor dicho, no quería tomar una determinación que sentía como mandato, echar al hijo. Además, ¿echar de dónde, de la casa de la suegra? Y por último la palabra cosa que de más está decir la sensación que me produjo sumado a lo que venía escuchando.

A esta experiencia pude pensarla desde los conceptos vistos en la cursada, me sirvieron incluso de ayuda para poder entender y responder. Con sinceridad tengo que decir que no sé cómo hubiese respondido de haber ocurrido antes de comenzar a apropiarme de algunos conceptos y definiciones. En el camino previo en la propia experiencia con mi hijo, me refiero a la experiencia familiar, sobre todo en el comienzo del cambio, no había tenido el tiempo ni encontrado el camino de buscar conceptos, pensarlos y apropiarme de ellos, se trató de hacer frente a una lucha dura y solitaria enfrentando obstáculos y agresiones que en algunos casos fueron desgastantes. Lo que quise evitar en el trabajo aparece en este anexo que sí termina resultando de algún modo catártico.

Para finalizar, y como nota de color, el hombre mencionado continúa saludándome cuando nos cruzamos y a veces nos detenemos a conversar, no muchas pero siempre saca el tema del hijo, me había pedido en la primera charla que no le contara a nadie. No quiere consultar con un/a psicólogo/a para hablar de ese tema, le recomendé un grupo para padres de personas trans que hace poco encontré, pero no quiere asistir porque le da mucha vergüenza, misma razón por la que se excusó de aceptar mi solicitud de contacto en facebook, debido a que yo tengo publicado mucho sobre “esas cosas”, en referencia a temas sobre diversidad, y “qué van a pensar mis otros contactos” me dijo. Aprendí a reírme de estas y otras situaciones, aunque en el fondo me causa tristeza pensar que por la misma razón no tiene de contacto a su hijx, que de alguna manera lo echó como a una cosa.


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